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La transformación digital ha llegado a las calles con el auge de las smart bikes, que integran electrónica, conectividad y automatización para crear una experiencia de movilidad urbana más segura, eficiente y personalizada.
Estas bicicletas cuentan con sensores integrados que miden la velocidad, la inclinación, la temperatura y la calidad del aire, y envían los datos en tiempo real a apps móviles. A través de estas plataformas, los ciclistas pueden planificar rutas seguras, recibir alertas de tráfico y condiciones climáticas adversas, e incluso recibir recomendaciones sobre mantenimiento preventivo.
Los sistemas de iluminación inteligente, como los desarrollados por See.Sense o Garmin Varia, detectan frenadas bruscas y ajustan automáticamente la intensidad lumínica, mejorando la visibilidad ante vehículos. Algunos modelos incorporan luces con giroscopios que cambian de dirección al girar el manillar.
En términos de seguridad, los seguros biométricos permiten bloquear o desbloquear la bicicleta con huella digital o reconocimiento facial, mientras que los rastreadores GPS y sistemas antirrobo como los de VanMoof o Cowboy notifican intentos de robo directamente al smartphone del usuario.
Las bicicletas eléctricas urbanas (e-bikes) con inteligencia artificial integrada adaptan la potencia del motor a la topografía del terreno y el estilo de pedaleo del ciclista, mejorando la eficiencia energética y extendiendo la autonomía.
Con la expansión de las ciudades inteligentes, la infraestructura urbana también se adapta: ciclovías con sensores de flujo, semáforos con priorización para ciclistas y estaciones de carga para e-bikes son cada vez más comunes.